KEIKO Y EL CUENTO DE «CEDER» POR EL PAÍS

Para algunos sectores de la política peruana el guion nunca cambia y los actores se saben sus líneas de memoria. Hace apenas unos días, desde la comodidad de un encuentro empresarial en España, Keiko Fujimori soltaba una frase que buscaba sonar heroica: «No descarto ceder la candidatura… hay que pensar primero en el país». 

Con ese aire de desprendimiento, la lideresa de Fuerza Popular intentaba convencernos de que sus ambiciones personales estaban en un segundo plano frente a la «estabilidad democrática». Sin embargo, como ya nos tiene acostumbrados la vieja política, las palabras se las lleva el viento más rápido que un suspiro. No pasó ni una semana y el discurso del «sacrificio» quedó enterrado. Así, Fuerza Popular ya inscribió su plancha presidencial, con Keiko a la cabeza por cuarta vez consecutiva.

El desarrollo de esta maniobra nos muestra la maña de quien sabe manejar los tiempos para su propio beneficio. Mientras en Sevilla hablaba de «buscar consensos» y «ceder el puesto», en Lima ya tenía lista la foto con Luis Galarreta y Miguel Torres para asegurar su lugar en la carrera presidencial del 2026. Esta táctica de «amagar» que se retira no es más que una estrategia para limpiar su imagen frente a un electorado que pide a gritos caras nuevas.

A esto se suma el factor judicial. Su defensa se aferra a un fallo del Tribunal Constitucional que busca anular el caso «Cócteles», mientras el fiscal José Domingo Pérez denuncia que dicha sentencia tiene «vicios graves» y es meramente política. Es el mismo juego de usar la política como escudo judicial y la palabra «país» como una ficha de cambio para mantenerse vigente.

Llegamos a este nuevo año con una lección aprendida a la fuerza. No podemos seguir creyendo en los «sacrificios» de quienes llevan décadas viviendo del Estado y saltando de elección en elección.

La postulación de Keiko Fujimori, después de haber dicho que «pensaría en el Perú» antes que en ella, es la prueba de que la antigua clase política no tiene intención de soltar la teta. El Perú necesita urgentemente un cambio de ciclo, pero uno de verdad, con gente nueva, sin antecedentes judiciales y sin las mañas para engañar al ciudadano. Si queremos resultados distintos, ya sabemos que no los vamos a encontrar en los que dicen una cosa en España y firman otra en el Jurado Electoral Especial. ¡A despertar, peruanos, que el 2026 no admite más cuentos!

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