Día a día Arequipa enfrenta al crimen organizado. Ya no solo en las calles, ahora también en los cerros. Las mafias están cerca de la minería, mientras que el Estado mira para otro lado. Así, grupos armados toman el control de las zonas mineras como si fueran los dueños del territorio.
En Calpa, la Asociación de Reinfos ARMAPE ha cerrado el acceso con tranqueras en una vía pública, impidiendo el paso a vecinos y pobladores. Pero, ¿realmente están haciendo algún operativo o no hacen nada? Ojalá no corra sangre como en 2022, donde fallecieron 14 personas.
¿Y el Ministerio del Interior? ¿El Ejército? ¿Van a esperar a que aparezca otra tumba para moverse?
Mientras tanto, el Gobierno Regional se sienta a “dialogar” en mesas que no sirven ni para apoyar un vaso. Siete reuniones, cero soluciones. Solo oficios, papeles, excusas. Como si con tinta se pudiera frenar la violencia.
Arequipa no es ingenua. Ya nadie se traga ese cuento de que están trabajando. El pueblo quiere acciones, no actas. Presencia real, no promesas.
Porque si el Estado sigue ciego, las mafias van a seguir viendo por él.
Y si seguimos repitiendo las mismas fórmulas, vamos a seguir pagando con vidas lo que otros lucran con oro.
Ya no se trata solo de cambiar de funcionarios. Se trata de cambiar la forma de gobernar. Porque seguir igual… es condenarnos a que todo siga peor.