CARTA DE UN PESCADOR LOCAL

Relacionados

CARTA DE UN PESCADOR LOCAL

A mi querida gente, Mi nombre es Aurelio Huayta y...

EL PARAÍSO DEL CRIMEN EN UN PAÍS SIN DEFENSA

Arequipa, la segunda ciudad más importante del país, se...

ORDEN EN TIEMPOS DE EMERGENCIA

El Perú atraviesa una etapa crucial. En medio del...

EN AREQUIPA APARECIÓ EL OUTSIDER

Durante el Congreso Anual sobre la Región Arequipa (CARA),...

Compartir

A mi querida gente,

Mi nombre es Aurelio Huayta y soy pescador desde que tengo memoria. Mi padre, mi abuelo y yo hemos salido al mar con la misma fe de siempre: tirar la red temprano, agarrar la pota o lo que venga, volver a casa con lo justo para la olla y para que los chicos estudien. Pero estos últimos años ya no es lo mismo.

En la costa vimos llegar a una flota enorme de barcos que parecen de otro mundo, que no respetan las reglas y viven pegados a nuestras aguas. No son barquitos de barrio, son buques grandes, con redes que barren todo, y se quedan ahí, en el límite de nuestras 200 millas, como si el océano no fuera nuestro.

Se llevan la pota a montones, nos dicen hasta medio millón de toneladas al año, y aquí los que sufrimos somos nosotros, pescadores, familias y las plantas de procesamiento que daban trabajo en la costa.

Lo peor no es solo que se lleven el pescado. Es que muchas de esas lanchas no pagan impuestos, no dejan puestos de trabajo, y procesan la carga en alta mar. Mientras ellos facturan, acá se pierden contratos y muchos muchachos se van a otras cosas porque no hay faena para todos. Esto significa menos trabajo, menos dinero en los pueblos, y menos futuro para los hijos.

Duele ver cómo la autoridad se mueve despacio, entre papeles y promesas, mientras el mar se vacía.

Solo pedimos dos cosas claras y simples. Que se respete nuestra soberanía marina y que se proteja la pesca que sostiene a nuestras familias. Queremos que se haga control en alta mar, que no se permitan el transbordo ilegal, y que las embarcaciones extranjeras que pesquen dentro de nuestras 200 millas sean sancionadas. También necesitamos apoyo real para nuestras redes, para los puntos de venta y para que las plantas locales no quiebren.

Debemos exigir que quienes vienen respeten las reglas y aporten al país. Debemos reclamar que el mar sea fuente de trabajo para nosotros, no solo riqueza que se va sin dejar nada.

Yo sigo saliendo a faenar como siempre, pero tengo esperanza. Si elegimos autoridades que actúen con firmeza, con la Marina y Guardacostas bien equipados y con controles serios, podemos recuperar lo que nos pertenece. Y así garantizar que nuestras redes no se queden vacías y que nuestros hijos puedan seguir pescando y viviendo dignamente del mar.

Con respeto y la sal del mar en las manos,


Se despide un pescador que quiere seguir trabajando y dejando herencia para sus hijos.