En Arequipa, cientos de niños siguen estudiando en aulas que se caen a pedazos. El colegio Nicanor Rivera, ubicado en Alto Selva Alegre, lleva 13 años esperando una solución, y lo único que recibe son excusas. Cada gestión estatal promete reparaciones, pero al final se tiran la pelota unos a otros entre el Gobierno Regional, la Municipalidad, el Ministerio de Educación. Trece años de culpas cruzadas y cero resultados.
Mientras tanto, los alumnos aprenden en condiciones indignas, con pabellones de aulas y servicios higiénicos declarados inhabitables, y sin la mínima seguridad que merecen. Es la fotografía más clara del abandono de la educación pública en el Perú. Discursos llenos de cifras y promesas, pero aulas que siguen siendo trampas para los estudiantes.
La educación debería ser la prioridad, porque allí está el futuro de los niños y de la región. Sin embargo, en Arequipa y en todo el país se trata como un problema secundario, postergado una y otra vez
¿Cuánto más tendrán que esperar los estudiantes para tener un colegio digno?
El bienestar ciudadano empieza en la escuela. Si no somos capaces de darle a nuestros hijos aulas seguras, ¿qué futuro estamos construyendo? Trece años de abandono son demasiado, y seguir postergando soluciones es condenar a otra generación de arequipeños a crecer sin las oportunidades que merecen.