En Arequipa no olvidamos. No olvidamos que Martín Vizcarra se llenó la boca prometiendo transparencia, mientras se vacunaba a escondidas contra el COVID y oculto la muerte de más de 200 mil peruanos durante la pandemia.
Mientras miles de peruanos luchan cada día para sobrevivir, Martín Vizcarra vuelve a moverse. Esta vez, usando como plataforma al gobierno regional de donde salió: Moquegua.
Según denunció el presidente del Frente Anticorrupción, Jesús Paredes, la gobernadora Gilia Gutiérrez ha llenado el GORE de gente de confianza del expresidente, muchos de ellos exfuncionarios investigados por corrupción durante su gestión.
¿Y cuál es el objetivo? Financiar al partido político de Vizcarra —Perú Primero— con recursos del Estado. Con documentos en mano, la denuncia revela el pago a “asesores fantasmas”, puestos creados solo para cobrar favores, mover plata y armar su nueva campaña.
Así opera el Lagarto: usa el poder para sembrar operadores, compra lealtades con fondos públicos, y vende el cuento de que “viene del centro”, cuando en realidad es la cara más clara de la mafia caviar que lleva 25 años saqueando el país.
Vizcarra es solo representante de los mismos de siempre, de los impresentables de siempre. Representante de todo aquello que el Perú tiene que deshacerse. Representante de la corrupción en el Poder Judicial por medio de Gorriti, representante de los más grandes robos en la historia del Perú con Odebrecht y representante de miles de muertes por COVID mientras hacía negocios con la salud de los peruanos.
El Perú no puede seguir manteniendo siquiera planes de volver a tenerlo como candidato, pues es el representante número 1 de lo que el país ni quiere ni necesita.
Más del 90% de los peruanos reclama un cambio profundo, un Cambio de Ciclo y sabemos que Vizcarra no es el candidato de la gente, es el candidato de las redes de corrupción que no quieren caer.