¿Qué harías si tu hijo tuviera que estudiar en un patio helado porque su aula se cae a pedazos? Eso pasa en el colegio Virgen de Fátima, distrito de Pucará, Arequipa. Aulas rajadas y techos por colapsar. Pero a ninguna autoridad le importa.
Los niños estudian en medio del frío, con riesgo de que el techo les caiga encima. Se viene temporada de infecciones y friajes, pero parece que ni eso hace movilizar a los funcionarios. La burocracia para variar se lanzan la culpa entre ellos. Nadie asume responsabilidad.
La educación ya no es prioridad. El gobierno central y el regional abandonaron a miles de escolares. En Arequipa, cada año, el presupuesto se va en planillas, consultorías inútiles y promesas vacías. Y para colma, tienen el descaro de devolver gran cantidad de dinero en vez de utilizarlo en desarrollo. ¿Acaso tanto cuesta el cemento y el ladrillo para salvar las escuelas que se caen?
La cuestión es simple, o defendemos el futuro desde ahora, o lo destruimos por completo. El abandono escolar no es casual, es parte de un sistema podrido. Esto tiene que terminar ya. Debemos cambiar a los mismos de siempre que nunca se han preocupado por los arequipeños.