METALES DE SANGRE

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En Arequipa, específicamente Caravelí, una tierra trabajadora y rica en recursos se ha vuelto una maldición por el oro. Pero esto no debería ser así.  En lugar de progreso, la minería ha traído sangre y miedo. Muchos peruanos se matan entre ellos por el oro. La ley no llega, y cuando llega, llega muchas veces comprada. Lo que debería ser riqueza para el país y así salir poco a poco de la pobreza, está cayendo en manos de mafias y autoridades corruptas. Nuestra tierra sufre mientras otros se llenan los bolsillos. Lo peor es que aquellos que deberían defendernos del crimen, son los que se aprovechan de nosotros.

El día de ayer nos dimos con la sorpresa de un informe periodístico que vinculaba al actual comandante general de la policía nacional, Víctor Zanabria con mineros formales e informales. Según testimonios, Zanabria recibía pagos en efectivo y oro a cambio de avisar operativos policiales y permitir el control del territorio. En vez de poner orden, sacaba provecho de su poder. Este según informan se codeaba con las mafias del oro

Todo esto surgió cuando la minera formal Intigold sub arrendó sus tierras a mineros artesanales del grupo “Kallpa Renace”. La ruptura del acuerdo por el control del mineral desencadenó violencia. Testigos aseguran que Zanabria jugaba para ambos bandos y tenía enfrentamientos simulados, todo como parte de una supuesta organización criminal.

Lo más indignante es que el enemigo no está afuera, está dentro. Son las propias autoridades las que negocian con mafias. Cobran en oro mientras el pueblo sangra. Usan el uniforme para proteger criminales, no ciudadanos. Pero esto tiene y va a tener que cambiar. Tiene que venir un cambio de ciclo. Ya sabemos quiénes nos están traicionando y no nos callaremos. La vida de nuestras familias y la paz de nuestros hijos no es negociable.