NOS MORIMOS DE HAMBRE

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Los arequipeños estamos hartos de la precariedad. Carecemos de servicios básicos. No hay agua en todos los distritos; muchas zonas dependen de cisternas. Los alimentos escasean, impidiéndonos llegar a fin de mes. Hay viviendas de estera que no resisten el viento. El frío afecta la salud y educación de nuestros niños. Las postas sanitarias están abandonadas y las escuelas carecen de mobiliario e infraestructura adecuada. La pobreza es tangible, pero lo peor es la inacción de nuestras autoridades.

Las estadísticas lo confirman. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Arequipa ha experimentado el mayor incremento de pobreza del país, pasando del 13,9% en 2023 al 15,8% en 2024. Mientras tanto, la pobreza nacional disminuyó del 29% al 27,6%. ¿Arequipa retrocede mientras el resto del país avanza?

Este aumento de la pobreza en Arequipa obedece a diversos factores. A pesar de ser una de las regiones con mayor actividad económica del país, no pudo evitar este deterioro. Falta impulso productivo y medidas para formalizar a los trabajadores informales. La inversión privada se aleja progresivamente. Nuestras autoridades no proponen soluciones efectivas. Permanecen indiferentes.

La realidad debe exponerse con crudeza. Grupos radicales obstaculizan proyectos importantes con discursos anticapitalistas. El Estado se muestra débil e ineficiente. El resultado es evidente: menos empleo, más pobreza. Somos una región que se debilita paulatinamente. Debemos impedirlo. Es necesario alzar la voz contra quienes pretenden detener los proyectos económicos y denunciar a los funcionarios públicos que forman parte del problema en lugar de la solución.