2025: EL AÑO QUE EL PERÚ PREPARÓ EL CAMBIO DE CICLO

El 2025 no fue un año cualquiera en nuestra historia reciente. Fue el momento en que el país finalmente empezó a sacudirse el polvo de un ciclo político tóxico que ya no daba para más.

Entramos a este año con la sensación de abandono institucional, viendo a una administración de Dina Boluarte que transitó sus últimos meses en un modo de supervivencia absoluta, cambiando ministros como quien cambia de camisa y sin más horizonte que resistir hasta el 2026. Sin embargo, lo que parecía ser solo una agonía administrativa terminó convirtiéndose en el escenario de una limpieza profunda que el Perú gritaba desde hace años.

En medio de ese caos, la justicia peruana finalmente dejó de ser un sueño lejano para convertirse en una realidad que golpeó donde más duele: en la impunidad del poder.

El ingreso de Ollanta Humala al penal de Barbadillo y la vergonzosa fuga de Nadine Heredia marcaron el inicio de un efecto dominó que alcanzó a figuras que se creían intocables. A esto se sumaron las sentencias históricas contra Pedro Castillo por su fallido golpe de Estado y contra el “Lagarto” Vizcarra por sus manejos corruptos en Moquegua.

Pero quizás el quiebre más significativo fue el desmoronamiento de la mafia caviar y sus redes de influencia. La recuperación del Ministerio Público, tras la salida de Delia Espinoza y el retorno de la institucionalidad con Tomás Gálvez, significó el fin del control que grupos ideologizados y personajes como Gustavo Gorriti ejercieron sobre la justicia por más de una década.

El país asistió al desmontaje de una mecánica perversa de poder mientras, en las calles, la realidad nos golpeaba con extorsiones y tragedias como la balacera en el concierto de Agua Marina, recordándonos que el gobierno de Boluarte ya era insostenible.

Hoy, tras la vacancia de Boluarte y la asunción de José Jerí, el Perú llega al cierre de este 2025 exhausto pero con las cartas sobre la mesa. Con 36 aspirantes presidenciales en la puerta y partidos tradicionales como Acción Popular fuera de carrera por sus propias mañas, el panorama es claro, el 80% de los peruanos no quiere más de lo mismo.

El 2025 fue el año de las verdades desnudas, donde se confirmó con pruebas la corrupción de quienes nos gobernaron. Ahora, el 2026 se asoma no solo como una elección, sino como la oportunidad real de un cambio de ciclo político que nos permita aprovechar nuestro verdadero potencial. La pelota está en nuestra cancha. Ahora nos toca informarnos y votar con la memoria fresca para que este nuevo comienzo esté, por fin, a la altura de lo que el Perú merece.

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