Ya podríamos hablar de que estamos en período electoral. No porque ya vayan a ser las elecciones, que serán en abril de 2026. Si no porque todos y cada uno de los políticos están afilando sus dientes y garras para hacerse con el poder, descalificarse unos a los otros y eliminar, vía leyes a medida, a quienes les puedan causar un dolor de cabeza. Pero, ni por asomo hay un liderazgo que genere expectativa y, mucho menos, esperanza en un ambiente de tanta polarización y crisis con la corrupción.
En realidad, lo que ha venido haciendo el Congreso no es más que preparar el terreno para que aquellos autodenominados “presidenciables” comiencen a ofertar por el mercado electoral.
Además, hemos sido testigos de las angurrias de los congresistas, que por mantenerse en el cargo usaron de pretexto las modificaciones constitucionales para la reelección de congresistas y la bicameralidad, direccionando la ley aprobada para que tengan una supuesta opción, porque saben que en un terreno parejo estos impresentables no tendrían ninguna oportunidad.
El Congreso seguirá preparando sus represalias contra quienes estimen conveniente, como es el caso del impresentable y asesino Antauro y probablemente allanen el terreno para que Alberto Fujimori tenga alguna posibilidad. Las elecciones hoy están para el mejor postor, por eso es que los caviares comenzaron a presionar con un adelanto de elecciones o posible vacancia justo cuando les sacaron sus trapitos al sol.
Hoy el Perú se debate entre un grupo de arpías que quieren hacerse con el poder, mientras que la gente observa detenidamente de cómo, nuevamente, la dejarán fuera de la ecuación.
Las elecciones tienen que ser en 2026, con el pueblo informado y diciéndole que no a cada uno de los 36 partidos políticos que representan lo mismo de siempre. El Perú necesita un Cambio de Ciclo urgente.