La ciudad Blanca teñida de sangre. Hace unos días se produjo un doble homicidio en el distrito de José Luis Bustamante y Rivero. El hijo de un exjugador de FBC Melgar y su acompañante fueron acribillados por sicarios a plena luz del día y en un sector residencial donde no casi nunca se ha registrado este tipo de hechos.
Este ataque, que ha sucumbido a la región, se les ha atribuido a las organizaciones criminales venezolanas que han cimentado sus bases en Arequipa.
Pero no es el único hecho de sangre. Una semana antes, se viralizó un video donde un extranjero acribillaba de varios balazos a otro venezolano, en las afueras de una barbería. El móvil fue la disputa por la toma de control de las zonas para los préstamos ilegales conocidos como ‘gota a gota’, extorsión y cobro de cupos.
Tanto los alcaldes como las autoridades policiales coinciden en relacionar el aumento de crímenes con la migración extranjera, principalmente la proveniente de Venezuela.
Principalmente, hoy Arequipa sufre con una justicia que no funciona y con criminales extranjeros que se toman las calles. Si la justicia tuviera pantalones y no liberara a cada uno de los que caen presos, probablemente no tendríamos miedo de salir a la calle.
Los jueces son culpables por la inseguridad que sufrimos y por ello ya no confiamos en la justicia, así de simple.
Los ilegales tienen que irse y los jueces también.