Ya sabíamos que venían los huaicos

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Cada año, la historia se repite en Arequipa, agravada aún más por el fenómeno del niño. Accidentes, deslizamientos y quebradas generan caos y pérdida de vidas. La activación de quebradas se convierte en una amenaza constante, sin contar con mallas ni diques de protección. El abandono estatal es evidente; los fondos destinados a obras no se ejecutan y su destino final generalmente es la pérdida de estos en la corrupción.

A pesar de la planificación anual de obras, la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC) intentó asignar directamente los proyectos a las autoridades locales, resultando en un fracaso y un derroche de recursos y tiempo. La ineficiencia del Estado no sorprende.

En repetidas ocasiones nos han hablado sobre la Reconstrucción con Cambios en los últimos años, prometiendo obras que supuestamente prevendrían y mitigarían los estragos de las lluvias y huaicos. Sin embargo, estas promesas solo han enriquecido a la izquierda caviar, que se jacta de cumplimiento, pero ha fracasado en hacer frente a la realidad.

Ante la falta de acción, ¿qué podemos hacer cuando no hay nadie a quien acudir? Los damnificados son peruanos comunes, invisibles para un Estado que sistemáticamente los ignora. Este es quizás el fracaso más grande del Estado peruano, evidente cada año con retrasos que se traducen en vidas perdidas.

Es imperativo un cambio de ciclo urgente en Perú. Necesitamos influir en quienes nos rodean, diciendo no a los mentirosos, corruptos y delincuentes que nos han gobernado durante las últimas tres décadas. Necesitamos rostros nuevos, manos limpias y un genuino interés por las necesidades del país. Mientras esto no suceda, seguimos a la espera de la próxima lluvia, recordando una y otra vez quiénes son los responsables de nuestra situación actual.