Arequipa tiene cáncer

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Arequipa si por algo se destaca es por los tumores malignos de la corrupción política. Esta vez el implicado sería el actual alcalde de Arequipa, Omar Candía, quien por segunda vez se encuentra en un juicio por malas prácticas dentro de una gestión. La vez anterior, fue en el distrito de Alto Selva Alegre. Nuevamente la corrupción marca a la política, y las mismas caras de siempre vuelven a meterle la mano a lata.

El problema es, que mientras los políticos se enriquecen en el Estado, las arequipeñas y arequipeños pierden la confianza frente a las autoridades y se sienten abandonados.

¿Por qué no se preocupan por trabajar pensando en el ciudadano? Porque no les gusta trabajar. Les gusta la plata fácil.

Lo que hacen, en cambio, es moverse de alcaldías y gobernaciones para seguir cometiendo las mismas trampas de siempre.

Pero lo que es más grave es, que no les da ni vergüenza que el Perú siga enfermo con la pandemia de la corrupción. Y esto es sólo lo que conocemos. ¿Cuántas investigaciones como estas no salen a la luz pública y quedan en un cajón? ¿Cuánto daño nos hace la concentración de poder? ¿Los corruptos que se cuidan unos a otros?

Si queremos que las cosas cambien, tenemos que dejar de entregarle el poder a un puñado de amigotes, para así poder extirpar el tumor maligno de la corrupción en la política regional. Por ahora, lo único claro es que las arequipeñas y arequipeños quieren un cambio verdadero. Quieren que las cosas se empiecen a hacer distinto, y eso parte por ponerle punto final a la corrupción.